Hierbas Entre las plantas que más curiosidad provocan por su belleza, colorido y las extrañas formas de sus flores, está el fascinante grupo vegetal perteneciente a la familia de la orquídeas. Ninguna otra familia de plantas ha alcanzado tan alto grado de diversisdad y complejidad en la formación de cada una de sus especies, todo dentro de un conjunto armónico, estético y práctico que nos provoca una inmensa admiración por la fuerza creadora y evolutiva de la naturaleza: nos hace también sentir profundo respeto por aquel poder divino cuya inmaginación es infinita cuando se trata de combinar formas, tamaños, colores y fragancias.
Los botánicos especialistas en esta familia no se ponen de acuerdo en cuanto al número de especies que existen en el planeta, pero consideran que este puede estar entre 25 mil y 35 mil. Todos concuerdan sin embargo, en que es la familia que cuenta con el mayor número de especies en el reino vegetal. Al mismo tiempo, está considerada como la familia más evolucionada dentro del reino vegetal.
Las orquídeas estan distribuidas en todo el planeta, desde la Siberia hasta la Tierra del Fuego, con excepción de los polos y lugares con alturas superiores a los 4.500 metros sobre el nivel del mar. Muchas son epífitas (crecen sobre otras plantas) y se las ve creciendo en bosques tropicales húmedos o en bosques secos o semi-desérticos del planeta. Muchas viven adheridas a las rocas de las laderas de montañas y una buena parte son terrestres, habiéndose adaptado a vivir tanto en los desiertos como en las sabanas inundadizas, en campos rupestres o en los valles montañosos.
Se las puede encontrar entre las ruinas arqueológicas de Roma, Tiahuanaco o Samaipata; a la vera de modernas carreteras o en un rincón poco visitado de algún parque urbano; las hay acuáticas y hasta existe una especie que prefiere vivir bajo la tierra y sólo aparece en la superficie cuando llega el momento de floración. Es importante saber que la mayor diversidad y número de especies se encuentran en los subtrópicos montañosos y húmedos de América del Sur.
No obstante la gran variedad de formas, tamaños, colores y hábitats que presentan, las orquídeas se distingen fácilmente de cualquier otra planta. Una flor típica de orquídea presenta tres sépalos,un dorsal y dos laterales y tres pétalos, uno de los cuales se encuentran modificado.Las semillas de las orquídeas son pequeñisas y livianas, fácilmente transportables por la más leve brisa. Pueden ser tan pequeñas que en un gramo de ellas se han contado, al microscopio, más de tres millones de semillas. Con esta profusión de semillas se podría pensar que nuestro planeta debería estar sobrepoblado de orquídeas.
Pero esto no ocurre por dos obstáculos: el primero es la extremada especialización que han desarrollado estas plantas para ser fecundadas, muchas de ellas necesitan recurrir a ingeniosos artificios para lograr una ploinización cruzadas que generalmente ocurre con la yuda de un determinado insecto. El segundo obstáculo deriva del hecho de que las semillas no almacenan los elementos nutritivos necesarios para su crecimiento, por lo que necesitan caer sobre un hongo llamado Mycorriza, que les proprociona el alimento para su desarrollo inicial. Aquéllas que no encuentran el hongo específico al aterrizar luego de haber sido llevadas por el viento, perecen.
Un concepto generalizado que se tiene de las orquídeas es la imagen de un hermoso y caro arreglo de flores grandes, lilas o blancas. Pero por detras de esta estrecha idea encontramos miles de especies que no se asemejan a ese concepto, superándolas, sin embargo, en belleza, colorido y extrañas formas. Géneros como Lepanthes, Pleurothallis, Stelis y Platyteles, entre otros, tienen encantadoras flores en miniatura que miden entre uno y diez milímetros de largo. En contraste, especies como Phragmipedium caudatum, de los Yungas de La Paz y Cochabamba, presentan pétalos alargados en forma de cintas que alcanzan los 75 centímetros de longitud, lo que le da el derecho de ser considerada la orquídea con flores más grandes que se conoce. Algunas orquídeas apenas alcanzan a medir unos pocos milímetros de tamaño y viven mimetizadas entre las grietas de viejos troncos. Otras, en cambio, como la fraganciosa vainilla, tiene los tallos adaptados para trepar por los árboles alcanzando, muchas veces, más de 30 metros de longitud. Algunas especies tiene ingeniosas trampas para atrapar temporalmente a sus polinizadores, como las especies del género Telipogon cuyas flores imitan tan bien la apariencia de ciertas abejas hembras que los machos- no sabemos si por ser tan similares a las auténticas o por aceptar de buena gana el engaño - las 'copulan' como a una hembra veradadera. De cualquier forma, la orquídea ha conseguido lo que buscaba: que le activen sus mecanismos de fecundación.
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